miércoles, 18 de abril de 2012


Introducción a la moral kantiana: el Imperativo Categórico.


La ética kantiana se ha entendido casi generalmente en el ámbito de la filosofía continental como una ética formal. Se dice que es formal en tanto no afirma el criterio de la moralidad a partir de las particulares comportamientos de las personas, ni tampoco toma en cuenta las particulares consecuencias que se desprenden de tales comportamientos ordenados, sino que afirma que el criterio de la moralidad se encuentra en la fundamentación racional de las máximas que se da una persona para actuar. En este sentido, la moral kantiana concibe las distintas nociones de la buena voluntad, del agente racional y libre, del deber y del Imperativo categórico, que es el supremo principio de la moralidad.

               Se sabe que Kant trató de todas estas cuestiones principalmente en tres libros internacionalmente famosos: La Crítica de la Razón Práctica, La Metafísica de las Costumbres y la Fundamentación a la Metafísica de las costumbres. En tales obras Kant expresa que el hombre tiene una razón pura en su modalidad práctica, es decir, la razón teorética que utiliza sus características para aplicarlas al plano de las conductas del hombre. En ese sentido, el hombre se concibe como un ser actuante con razón, es decir, como un agente racional.

Ahora bien, el agente racional se supone libre, en tanto que es la voluntad una de las características intrínsecas de todo ser humano. Dicha voluntad, es una voluntad libre que se concibe por Kant como un elemento positivo, catalogable como bueno. Así, la libertad se da como presupuesta y existente, y se afirma que el sujeto es un agente libre con buena voluntad que actúa libremente. ¿Cuál es la razón de que exista la buena voluntad? En Kant la razón es que es un a priori, es decir, que se nos da de manera intuitiva con total independencia empírica justificativa. Esto quiere decir que la buena voluntad es un hecho innegable en la filosofía de Kant, que se debe de aceptar si es que se quiere hablar de cualquier problema ético y moral.

Ahora bien, si el agente es libre, éste debe actuar de acuerdo a esa libertad que está regida por la buena voluntad. La buena voluntad se desplega de manera a priori en la consciencia del agente racional y nunca tiene que ver con las acciones particulares de los hombres, a sus fines, a sus consecuencias o a determinados intereses.

De esta manera, la moral no se puede dar en órdenes que se dan para perseguir determinados fines (como la felicidad, ya que dependería la orden de una postura muy particular: la felicidad personal, cosa que no necesariamente es virtuosa moralmente), determinadas consecuencias (como por ejemplo en el impertaivo “si quieres tener sexo con C…, debes de comprarle un Ferrari”), o determinados intereses (Para ser un buen cristiana, debes amar a tu prójimo); en otro sentido, la moral no puede darse en expresiones linguïsticas llamadas imperativos que estén sujetos a alguna condición o a algún fin. Así, Kant afirma que no hay moralidad alguna en los Imperativos Hipotéticos. Sin embargo, la moral para Kant sólo se da en imperativos.

¿Existen imperativos distintos a los Imperativos hipotéticos? Sí, hay uno, que toma diferentes fórmulas particulares: el Imperativo Categórico, categórico porque afirma la orden en tanto que es orden, es decir, afirma un deber ser por el mero deber. Así, Kant considera que una verdadera acción moral es aquella que se realiza con buena voluntad siguiendo el simple y llano deber por el deber mismo. Esto sólo se puede verificar a través de las máximas de conducta que una persona se impone en la realidad práctica, en el mundo al cual asignamos –mediante postulaciones- deberes a los humanos. De tal manera, Kant procede a dar la Fórmula Universal y Formal del Imperativo Categórico, que a saber dice

"Sólo actúa de tal modo que puedas desear que la máxima de tu acción se transforme en una ley universal".

La sencillez lingüística es proporcionalmente inversa a sus implicaciones filosóficas. Lo que implica el Imperativo Categórico (I.C.) es que el agente racional debe actuar en razón de que tome su máxima (la regula de deber proyectado en las conductas reales del propio agente racional) y aplique su buena voluntad de modo que está considere que la máxima sea una máxima compartida por cualquier agente racional diverso, de manera que no se dé importancia a los diferentes casos particulares de conducta.

Una vez que se tiene este I.C. Kant otorga otras formas del I.C. que cree que son expresiones distintas pero equivalentes de una misma y sóla esencia de I.C. Ya veremos posteriormente que esto no es verdad

jueves, 5 de abril de 2012


La Televisión es mala maestraReflexiones aisladas.

FMH
(Escrito basado en el último escrito publicado en vida de Sir Karl R. Popper )

            ¿Cómo influye la TV? ¿Qué papel juega la TV en el ámbito educativo?, ¿qué papel tiene la TV en una democracia? y ¿por qué y cómo se debe modificar el sistema televisivo cuyo poder político es inmenso y “peligroso”? son algunas cuestiones que son debatidas en el pequeño libro que reúne las posturas del anterior jefe de la Iglesia católica, de uno de los filósofos liberales más influyentes del siglo pasado, y de dos personajes con posturas ilustrativas acerca de lo que era la TV en aquélla época, sobretodo enfocando sus posturas en el ámbito europeo.

Primeramente, procederé a hacer una explicación sumaria de los contenidos del texto que he considerado más relevantes para posteriormente realizar una revisión más exhaustiva de la posición popperiana y terminar con postura personales acerca del tema en cuestión.
La Introducción al texto hecho por Bosetti es simplemente un resumen clarificador de las posturas de Popper y de Wojtyla de la cual no hay mucho que destacar a excepción de la denominación agradable de la “ley de las especias” que hace referencia al comentario de Popper acerca de que la “condimentación” de contenidos televisivos de mala calidad.
            Por su parte Popper hace un somero análisis de las características de la TV y formula su propuesta de licencia o patente de TV con el objetivo de empezar a remediar el papel corrompido que la TV ostenta en el ramo de la educación (i.e la TV malcría). Para ello, parte de las investigaciones estadísticas de Condry y pasa a matizar los análisis y conclusiones de este último. Expresa las características de la TV, su tendencia a crear contenidos de mala calidad, la actitud de una parte de los dueños competidores de las cadenas de TV -de cómo se toman las decisiones de los contenidos según una regla de “darle al auditorio lo que quiera, lo que pida”-, de las relaciones con la democracia y su propuesta de patente.
            De Condry no quisiera abundar sino solamente indicar el objetivo de su texto y sus conclusiones generales. El objetivo de su texto es el de dotar datos duros (estadísticas) acerca de los contenidos televisivos en el sentido de que tales datos llevan a la clara conclusión de que tales contenidos son negativos, sobre todo para las nuevas generaciones que –siendo niños- son afectados (maleducados) e influenciados por una “criada” infiel.
Este es el panorama del libro en términos generales de donde se desprenden varias tesis que valen la pena analizar, comentar y apoyar, o en su caso contra-argumentar. En este sentido he decidido alejarme un poco de una exposición holística del texto y de una explicación secuencial y hermenéutica del texto de todo el libro. Así, sólo me referiré a unas cuantas reflexiones “al paso” de las posturas popperianas (por mero interés personal). FMH
Por lo tanto, en lo sucesivo me dedicaré a las siguientes ideas primarias que derivan de citas textuales de Popper las cuales se indicarán al inició de cada idea primaria:
1.-La influencia y el potencial de la TV.
2.- La situación de la Oferta- Demanda de los contenidos televisivos y el factor innovador
3.- La democracia, el enemigo y la TV
4.- Reflexión personal.

1.-La influencia y el potencial de la TV.
“La televisión se ha convertido en un poder político colosal, potencialmente, se podría decir, en el más importante de todos, como si fuese Dios mismo el que hablara.”
“Difícil resulta encontrar profesionales que en verdad sean capaces de producir cosas tanto interesantes como de valor.”

Al principio del texto de Popper, se menciona que la televisión es un medio de comunicación cuyo potencial de influencia es enorme. En este sentido la televisión es un factor que tiene un gran poder político derivado en gran medida de su cuasi-omnipresencia, nota característica de países tanto desarrollados como sub-desarrollados. Por eso, puede afirmarse que la TV tiene la capacidad de ser adjetivada como un factor real de poder (en términos de Lasalle). Tomando en cuenta esta afirmación, uno tiene que analizar cuál es la medida de su poder. En términos generales, se puede abstraer una especie de Regla General de proporcionalidad que tiene por variables el tiempo de exposición frente a la TV y la influencia desarrollada, de modo tal que la regla explícitamente consistiría en que el tiempo que pasa una persona frente al televisor es proporcional o equivalente al grado de influencia que experimentará, i.e. si un sujeto ve la tele cuatro horas al día y otro la ve una, el resultado será una influencia 3 veces más del primero respecto del segundo televidente. Obviamente la Regla no es una Ley ni nada por el estilo, es simplemente un mecanismo operativo que apoya la idea de sentido común según la cual uno es afectado por su medio, a pesar de ello, tal cosa no está comprobada, aunque es una regla operativa prima facie que se parece mucho a la información que deriva de la aplicación del refrán: “dime con quién te juntas y te diré quién eres”. FMH
            De cualquier forma, siendo la TV un factor de poder social influyente, Popper pasa a afirmar su punto de vista frente a los contenidos televisivos. Los contenidos televisivos son mediatamente variados: hay programas de concursos, telenovelas, “realities”, sitcoms, culturales, etc. Sin embargo, una persona común televidente siempre valora los programas de determinada manera y hace juicios acerca de lo que le agrada o no, por ejemplo, al autor de este texto le gusta ver una serie llamada Breaking Bad, a su hermana le gusta ver Glee y a uno de mis amigos le gusta ver el canal TNT. En ese sentido, Breaking Bad es un “buen” programa para el autor y con los otros casos pasa lo mismo. Popper está de acuerdo con esta posición que forma parte del día a día ya que él habla de malos y buenos contenidos. Popper da por entendidos lo que es buen y mal contenido porque, afirma, todo el mundo sabe qué es un buen o mal contenido. Difiero. La cuestión no es tan sencilla desde que existen contenidos distintos y personas que valoran de distintas maneras. Sin embargo, creo que a lo que Popper se refiere específicamente a algunos concretos específicos que él valora como buenos y malos y que piensa que casi todos estarían de acuerdo con él. Los buenos contenidos para Popper son, prima facie, aquellos que tienen calidad y son educativos. Los malos son todos aquellos que tienen mala calidad, son violentos, apelan al sexo lujuriosamente y son sensacionalistas. En este sentido creo que las especificaciones de los contenidos –que no explícita Popper como tal, pero que son desprendibles claramente a lo largo del texto- no son del todo claras para mí puesto que soy escéptico de aceptar la tesis de que “todos sabemos qué es un buen o mal contenido” y de acuerdo a qué parámetros lo sabemos. En otras palabras, yo sí creo que se puede y se debe hacer una explicitación de lo que se entiende aquí por bueno y malo y hacer claros los criterios de corrección que se utilizan para afirmar tal o cual cosa. (El problema se parece un poco a la crítica artística en el sentido en que cuando uno escucha “Whitman es el mejor porta paisajista del siglo XIX ” uno espera escuchar las explicaciones de las valoraciones, ya sean éstas racionales, irracionales, intuitivas, etc.) FMH
            A pesar de las críticas, está claro que la TV es una fuerza que llegó para quedarse, que tiene una capacidad de influencia inmensa[1], que cada vez crece con más intensidad y que por ende deben de analizarse sus contenidos y los criterios con los cuales se evaluarán los mismos. En este sentido, vale mencionar que la TV per se no es necesariamente buena ni mala[2], es decir, los contenidos televisivos pueden ser tanto lo uno como lo otro (no ambos a la vez en el mismo sentido, tiempo y para el mismo tipo de persona). Las ideas de Popper podrían interpretarse como sustentadoras de esta opinión, aunque claro que en el caso de nuestro país aceptaría –con las debidas hipótesis imposibles- que la TV es más "mala que buena". FMH

2.- La situación de la Oferta- Demanda de los contenidos televisivos y el factor innovador
“El nivel ha descendido porque las estaciones televisivas, para conservar su audiencia, debían producir cada vez más material de mala calidad, ordinario y sensacionalista. El punto esencial es que el material sensacionalista difícilmente es también bueno.”





Me interesa bastante exponer el esquema que ostentan los dueños de las televisoras según Popper. De acuerdo a tal esquema el universo de los competidores (en adelante UC) tiene por fin la captación del universo de los auditores (UA). La forma en la que el UC capta al UA es a través de la Oferta televisiva (Ot). La Ot determina la demanda de UA mediante su respuesta positiva o negativa, es decir, el UA decide ver determinado tipo de programas que pertenece al dueño de tal televisora cuya oferta del programa es de tipo “y” el cual siempre forma parte de Ot (recuérdese que la Ot determina el UA). ¿Por qué? Porque esa es la visión del dueño producto de televisión: encontrar los datos estadísticos de raiting, observar lo que el UA ve mayormente y reproducir contenidos idénticos o similares al programa con mayor audiencia (según el UA). Desde mi perspectiva se puede decir que es un esquema circular con inicio en un tiempo primario sin que tenga un fin específicado. De acuerdo a tal esquema, la innovación y la creación de nueva Oferta está prohibida (-nO). Sin embargo, en el esquema que Popper propone el fin del UC sería no sólo el UA sino también el contenido de educativo o de calidad (CE) (haré referencia a esa doble exigencia así: UA&CE). Otro cambio en el quema de Popper es que la Ot existente no necesariamente determina el UA sino que puede que la nueva Oferta lo haga (nO). En este sentido tanto la Ot, que es existente, como la nO, que es nueva, determinarán contingentemente la demanda de UA, lo cual implica que un tipo de programa “x” novedoso afectará la demanda de UA. Por eso Popper dice que el dueño y productor de los programas televisivos “cree que la elección sólo es posible en el ámbito de la oferta (existente)…y no ve otras alternativas” (p. 45). El esquema de Popper muestra que hay grandes posibilidades de que la nO doté de contenidos de calidad, morales, educativos y –esto de acuerdo a mi criterio- también entretenidos. FMH
            Vale la pena decir unas cuantas palabras acerca del hecho de la competencia. Se sabe que las televisoras y sus dueños no compiten sólo por obtener audiencia pues la causa por la cual buscan al auditorio se reduce a monedas y billetes: dinero. En el esquema de Popper –como en el actual en México, ya sea sistema abierto al público o de paga- el dinero es el que provoca la competencia. Siendo el caso de este esquema de libre mercado –el cual no es del todo negativo si se le ponen algunas vigilancias al estilo keynesiano light-, me parece que es totalmente posible el encontrar el equilibrio entre la competencia y los contenidos de calidad, para poner un ejemplo en palabras de Popper, creo que es posible crear un contexto ética “atractivo y bueno” en el cual se pueda enseñar a los niños ética y demás aspectos positivos desde el punto de vista social y, correlativamente, proscribir en cierto grado la llamada “ley de adición de especias” que consiste en añadir a los productos televisivos “pimienta, condimentos, sabores fuertes que por lo demás están representados por la violencia, el sexo y el sensacionalismo”. FMH
3.- La democracia, la TV y los enemigos.
“Ninguna democracia puede sobrevivir si no se somete a control la televisión”

¿Es casualidad la alusión al canal 2 debajo del símbolo nazi? 

Dentro del texto Popper comenta la posición según la cual la TV responde a las demandas del auditorio de la manera más democrática posible, es decir, mediante la producción y oferta de contenidos televisivos que son queridos por ella, es decir que siguen el principio democrático de “darle al pueblo lo que el pueblo quiere”. Popper afirma que tal concepción es completamente falaz. Popper construye el argumento asumiendo primeramente un necesario carácter definitorio de la democracia: que es un principio de defensa contra la dictadura. Me parece ver aquí expresiones clarísimas de la sociedad abierta que tiene que ser, además de liberal, demócrata. De tal manera, Popper deriva de tal principio que la democracia también implica el Control de todo Poder Político (en adelante CPP), y de aquí se deduce que No hay democracia que no controle el poder político (en lógica la regla inferencial aplicada es la regla de reemplazo llamada Transposición). Popper asume la verdad de que la industria televisiva es un poder político colosal. De lo dicho se deduce que una democracia debe controlar a la industria televisiva[3] Por ello Popper afirma que no hay democracia que perviva frente al poder incontrolado de la TV y advierte que un poder televisivo que se use antimoralmente por parte de los enemigos de la democracia (posiblemente por el séquito de un nuevo heredero de Hitler) sería infinito, y –añadó yo- terrible.
            En esto último, estamos de acuerdo con Popper. La TV debe de ser mayormente regulada con el objeto de acrecentar la difusión de contenidos con calidades que no sean “para llorar” (pienso en los paradigmáticos casos de programas como Laura, Se Vale, Extranormal, Pare de Sufrir, etc. que proliferan en la TV abierta de México.), ni que sean utilizados para crear cotos de poder con una esfera política de influencia cada vez más descontrolada y alarmante. FMH


[1] En México el 93.2% de los hogares mexicanos cuentan con al menos una TV Fuente: INEGI. Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de las Tecnologías de la Información en los Hogares, 2006, en http://www.inegi.gob.mx/inegi/contenidos/espanol/prensa/contenidos/estadisticas/2007/internet07.pdf (1° de octubre de 2011)
[2] Nos llega a indicar el filósofo vienés: “Si reflexionamos sobre la historia de la televisión, veremos que, en sus primeros años, era bastante buena. No había las cosas malas que llegaron después; ofrecía buenas películas y otras cosas discretas.”
[3] Lógicamente Popper comete un error: la llamada falacia naturalista. Sin embargo, creo que la falacia sólo se presenta debido al lenguaje natural que emplea en la construcción del argumento. (Una revisión somera y adecuada de la falacia naturalista puede hallarse en: http://www.elextranjero.com.mx/FEBRERO/heuristica.html)