Supongamos que
en una región anárquica se deciden poner normas de conducta. Para ello se elige
una autoridad: Gödel I. Gödel I decide expedir la norma siguiente:
“Está permitido
hacer ecuaciones en la noche”
De ese modo,
sucede que en la mañana un niño que aprende matemáticas realiza una ecuación.
Algunos vigilantes lo llevan con Gödel y le afirman: éste niño se encontró
haciendo ecuaciones en la mañana. ¿Qué hacemos?
Gödel responde:
no sé, a mí, ¿qué me importa?
Los vigilantes
le preguntan: pero señor, es que esto no le parece que no debe suceder.
Gödel: ¿Por qué?
No me interesa que éste niño, o cualquier otra persona, haga ecuaciones en la
mañana. Bien por él.
Los vigilantes,
no sabiendo que hacer, dejan al niño irse.
Sucede entonces
que al día siguiente, Gödel va pasando por la calle y ve que, mientras un niño
empieza a hacer ecuaciones, su padre lo interrumpe y le dice:
no te permito hacer esas ecuaciones. Gödel pasa de largo mirando solamente.
Sucede que ese
mismo día pasa por el mismo lugar Gödel, ya de noche, y ve que el mismo niño
hace unas ecuaciones y en eso su padre lo interrumpe y le ordena dejar de
hacerlo.
Gödel I camina
hacia el señor que ha mandado sobre el menor y le dice al primero: Señor, le recuerdo que en la
noche, está permitido hacer ecuaciones, luego deje al niño hacer sus ecuaciones.
El Señor, le
dice: no quiero.
Gödel se
enfurece.
El señor, padre del hijo exclama: ¡me importa un bledo lo que usted permita! Yo no le permito a mi hijo hacer ecuaciones, aún en la noche.
El señor, padre del hijo exclama: ¡me importa un bledo lo que usted permita! Yo no le permito a mi hijo hacer ecuaciones, aún en la noche.
Gödel se va a su
casa.
Al otro día
Gödel expide una nueva norma que se suma a la anterior:
“No está
permitido que alguien interrumpa las ecuaciones de otro”
Ese mismo día en
la mañana, después de dictar la norma, Gödel ve a una niña que aprende
matemáticas y realiza una ecuación. Y Gödel casi pasa de largo cuando, de
repente, una señora pasa y le ordena a la niña: ¡déja de hacer eso! Gödel va
entonces con la señora a paso veloz y le comenta: recuerde, señora, que no está
permitido que alguien interrumpa las ecuaciones de otro. La señora acepta, y
ya no ordena a la niña dejar de hacer sus ecuaciones. Gödel sonríe. Pero en
eso, otro señor va y le dice a la niña que deje de hacer sus ecuaciones. Gödel,
de nuevo, convida al señor a no actuar de ese modo pues debe recordar que no
está permitido…etc. El señor le escupe en la cara a Gödel, y le dice: ¡váyase
al carajo! Yo hago lo que se me pegue la regalada gana.
Gödel enojado,
se va.
Al día siguiente
Gödel expide otras normas:
“Aquél que viole
alguna norma, será encerrado por los vigilantes durante 3 días”
“El señor que me
escupió ayer, será llevado a la cárcel durante 5 días, aunque él no quiera, y
será llevado a la fuerza”
Un rato más
tarde, los vigilantes llegan a la casa del señor que le escupió el día previo a
Gödel. El señor dice: "está bien, fui grosero, iré a la cárcel, pero no tienen
porque usar la fuerza”. El señor entonces empieza a caminar. El jefe de los
guardias, que ha comprendido una de las normas de Gödel, les ordena a los
demás: ¡Hagánlo a la fuerza! Y éste mismo le da un golpe en el rostro al señor. El
señor, adolorido, le trata de explicar al vigilante: ¡no me pegue! No es
necesario, yo voy por mi propia voluntad a la cárcel. Uno de los vigilantes,
le dice al jefe de los vigilantes: no le pegues, no ves que no es necesario.
El jefe de los vigilantes le responde: ¡Hay que llevarlo a la fuerza! El
vigilante que pidió no le pegaran al señor decide no golpear al señor y le
expresa al jefe que él no llevara a la fuerza al señor. A pesar de todo, todos
los vigilantes acompañan a llevar a la cárcel al señor.
Después del
asunto, el Jefe de los vigilantes informa a Gödel que un vigilante, no él, debe
ser encerrado durante 3 días. Gödel se toca la cabeza y escéptico le pide que
le narre cómo pasó eso. El Jefe de los vigilantes le narra la situación tal
como pasó.
A consecuencia
del asunto, Gödel va con el vigilante que no usó la fuerza al llevar al señor
(que ya está ahora en la cárcel) y le dice:
¿Por qué lo
hiciste? ¡Haces que me equivoque!
Gödel se pone a
llorar a solas.
Al día
siguiente, en los aposenos de Gödel, éste ha dejado escritas tres nuevas normas,
de las cuales indica que el orden en el que se muestran es el orden en el que
empezaron a existir y regir:
“El vigilante
que ha violado la norma será perdonado y dejará de ser vigilante desde el
momento en que se pronuncié esto”
“En lo futuro,
en el momento en que un vigilante viole una norma dejará de ser un vigilante”
“Gödel I
renuncia como gobernante”
El jefe de los
vigilantes al leer las nuevas normas, decide ponerse en el trono y decide
seguir las últimas normas expedidas por Gödel. A partir de ahí, innumerables
normas se fueron promulgando y derogando.
Cinco años
después el jefe de los vigilantes se encuentra en una villa a Gödel. El Jefe de
los vigilantes, después de saludarlo, le pregunta por qué perdonó al vigilante que hace 5 años debió ir a la cárcel. También le preguntó por qué renunció a
ser gobernante.
Gödel le
respondió, a ambas preguntas: porque prefiero ya no contradecirme.
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