Muchas veces se ha dicho que el lenguaje sigue al pensamiento y que el pensamiento sigue a las cosas. Otras veces, un poco más adelante, se ha dicho que el lenguaje no sigue al pensamiento sino que el pensamiento es lenguaje, entonces el lenguaje ¿sigue a las cosas? Pienso que sólo intenta, i.e. el lenguaje las persigue. Si realmente lo hace o no es una cuestión harto difícil, exenta de exención de dudas. Así poco importa nuestra incapacidad, pues nunca sabremos.
Es fácil entonces resolver una cuestión anexa que tiene que disolverse en razón de consistencia: que las ideas se encuentran en las palabras de la misma forma en que un líquido se encuentra dentro de una botella. ¿Por qué esto es falso? Porque no podemos separar las palabras de las ideas así como sí podemos separar el líquido de la botella. Alguien podría imaginar aún un contraejemplo aduciendo que las ideas tienen la cualidad de necesitar siempre el médium que es el lenguaje, el que sea, y que un hecho que apoya lo anterior es la equivalencia entre ideas y no así de palabras por ejemplo “language, lenguaje” que utilizan un médium de palabras distinto pero una misma idea. Lo cierto es que la idea es ingenua: language expresa una idea, lenguaje expresa una idea, y ambas son pensamiento porque ¿alguien puede pensar sin utilizar un lenguaje? Existen muchos lenguajes es equivalente a decir que existen muchos pensamientos. De esta manera podemos afirmar que no existe una razón –hasta ahora- que haga verdadera la proposición: “el pensamiento es distinto al lenguaje”.
De lo anterior no se sigue que aceptemos que el lenguaje es a priori. Todo lo contrario: el lenguaje es a posteriori, hay que recordar que el “uso” lingüístico es el que provee sentido a las proposiciones significantes y, de ahí, que podamos postular el pensamiento.
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